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domingo, 20 de abril de 2014



Sobre el artículo “Crónicas marxianas: el regreso con gloria de los clásicos” (La Nación, 13/04/2014)



Cuando el domingo 13 de abril La Nación publicó el artículo de Nicolás Campanario titulado “Crónicas marxianas: el regreso con gloria de los clásicos” (puede verse en http://www.lanacion.com.ar/1680454-cronicas-marxianas-el-regreso-con-gloria-de-los-clasicos), invité a los docentes de la cátedra a redactar una nota breve comentándolo, haciendo referencia al programa general de la materia.  Las cuatro notas que siguen a estas líneas mías son las contribuciones recibidas de Alejandro Fiorito, Norberto Flexer, Luis Messina y Jimena Segura.  Como suele decirse en estos casos, el contenido es responsabilidad de cada uno de los firmantes, a quienes agradezco que se hayan hecho tiempo para sumar a sus tareas la respuesta a mi pedido.
El renovado interés por los estudios marxistas que se refleja en el artículo de La Nación es en sí mismo un testimonio de que el capitalismo ha entrado en una fase en la cual se multiplican las evidencias de que ya no aporta a la humanidad soluciones sino problemas, que es incapaz para resolver la miseria social en el medio de la abundancia, que destruye el medio natural y social y que como dice Engels en el Anti-Dührign “se hace imposible a sí mismo”.
El artículo de Campanario me trajo a la memoria otro artículo, publicado en octubre de 1997 en la revista norteamericana The New Yorker, titulado “El regreso de Karl Marx”[1].  El autor de ese artículo, se había puesto a estudiar a Marx cuando un economista amigo que trabajaba en una importante firma financiera de Wall Street le había confesado:  “Cuanto más tiempo paso en Wall Street, más convencido estoy de que Marx tenía razón”, agregando que “Estoy absolutamente convencido de que la aproximación de Marx es el mejor camino para observar el capitalismo”. Y como consecuencia de esas lecturas, había surgido el artículo en The New Yorker, en el que este economista, quien al igual que su amigo estaba formado en la academia antimarxista que domina las universidades en todo el mundo, reconocía que los libros de Marx “serán dignos de leerse mientras dure el capitalismo”.
Lo que ambos artículos tienen en común es que son publicados en medios hostiles al marxismo y que a su manera plantean la cuestión de que la teoría dominante en las facultades de economía de las universidades de todo el mundo son impotentes a la hora de explicar los principales problemas de la sociedad capitalista.  Y no pueden explicarlos porque para hacerlo es indispensable reconocer el carácter histórico y perecedero de la sociedad capitalista, admisión que resulta imposible para quien esté comprometido con la defensa del orden social vigente, es decir, con los intereses del capital.
El programa de esta materia, que a partir de bibliografía de Marx y de importantes divulgadores de su pensamiento explica las leyes básicas del funcionamiento de la sociedad capitalista, pretende ser una modesta contribución a la comprensión de los problemas de la sociedad contemporánea y de cuáles son las fuerzas sociales capaces de reorganizarla.
Graciela Molle

Comentario de Alejandro Fiorito
Existen en la teoría económica dos cuerpos teóricos centrales básicos con las que los economistas pueden pensar la realidad:
1-Una posición mayoritaria que predomina y adocena en los manuales de economía, llamada neoclásica o marginalista, que se basa en el principio de la sustitución factorial, aumento de demanda relativa del factor más barato (trabajo, capital y tierra) y en la flexibilidad de precios, que suben o bajan por exceso de demanda o de oferta (salarios, ganancias y rentas). Según esto, se postula una tendencia del capitalismo hacia el pleno empleo de recursos, y que por ende, no podrían existir ni el desempleo estructural ni la subutilización de recursos persistentes. Una suficiente caída de salarios y de tasas de interés, según esta visión, lograría la total ocupación de los factores logrando ventas rentables con una adecuada demanda monetaria final proveniente del ahorro, este último fruto de la diferencia entre el producto potencial y el efectivo. (con el primero determinando al segundo). Precios, cantidades, salarios y ganancias, se determinan simultánea y endógenamente en un sistema de equilibrio general gobernado por curvas de oferta y demanda de “buen comportamiento”.
2-Otra minoritaria, la economía clásica definida por Marx y más recientemente por Sraffa, que se vino desarrollando entre 1670 y 1820 aproximadamente, y que se articula desde el principio del excedente, determinado éste en base al conjunto de técnicas utilizadas y las fuerzas económicas y sociales que determinan un nivel mínimo histórico de subsistencia de los salarios reales. La remuneración de los factores de producción tiene así sus límites materiales objetivos. Las variables distributivas y las técnicas utilizadas determinan costos objetivos de producción de los bienes producidos. Dichos costos regulan en libre competencia la tendencia de sus precios relativos de los bienes producidos. Según esto, no hay ninguna necesidad y/o tendencia al pleno empleo de los recursos en el capitalismo, que sólo en situaciones históricas muy especiales (segunda guerra mundial) y no persistentemente puede de casualidad acercase a ello. A diferencia de la visión dominante, los precios se determinan por estos costos, y las cantidades producidas se explican separadamente de la determinación de precios, y se determinan por su realización en el mercado o demanda efectiva en el largo plazo.
Sabiendo esto, no es muy sorprendente que la teoría clásica de los precios y la distribución o economía política, como la denominó Marx, sea recursivamente en época de crisis llamada a destacar en la explicación y comprensión más coherente y pertinente de la economía, como la nota de marras sugiere.
Desde esta cátedra, se intenta ofrecer este segundo enfoque como reemplazo general de la visión dominante vulgar marginalista.
Alejandro Fiorito

Comentario de Norberto Flexer
                                                               Cinco comentarios
1.- Antes incluso que sus escritos alcanzaran la enorme difusión que tuvieron ya en vida de Marx, la burguesía y las clases dominantes del mundo capitalista, en especial sus escribas ´economistas´ de la Universidad y/o la academia, intentaron descalificar sus ideas; primero mientras vivió, luego mucho más. Nos referimos, claro está, a ese plexo teórico que cuestionó en términos científicos la sociedad basada en la propiedad privada del capital, describió su carácter caótico-anárquico y la tendencia a la disolución de la ley del valor. Ni hablar de sus textos políticos y de su acción como fundador, junto a Federico Engels, de la Primera Internacional (la organización socialista dirigida a aunar la acción del proletariado mundial y sus partidos).
Partiendo de los economistas clásicos, Marx desarrolla y demuestra que –lejos de la mistificación que éstos imaginaron acerca de “la riqueza de las naciones” y la “mano invisible” prodigiosa de las leyes del capital y la ganancia– la ´ley madre´ del valor trabajo que Adam Smith y David Ricardo habían puesto en el centro de la llamada “economía política”, sin embargo, no conduciría al ´bienestar´ y el ´equilibrio´ general. Claro que Marx reconoció el carácter “revolucionario” de la acción del capital frente a las viejas formas de producción, en particular frente al feudalismo aún reinante en la mayor parte de Europa. Pero lejos de idealizarlo, demostró frente a aquel pronóstico idílico, que el capital desenvolvería no la generalización universal de la riqueza sino algo muy diferente: la polarización de la riqueza en una clase (la capitalista), mientras la miseria social reinaría en el otro polo, el de la clase obrera asalariada. Incluidos aquí aquéllos que en su momento llamó “ejército industrial de reserva”, hoy estimado –a nivel mundial– en más de mil millones de seres humanos. ´Ejército´ que a diferencia de la época de Marx reúne a una masa enorme de explotados que ni siquiera jamás alcanzarán la condición de asalariados –los (mal) llamados “excluídos del sistema” que nunca serán “consumidores” ya que ni derecho al trabajo extractor de plusvalor se les reconoce.
El pronóstico de Marx resulta genial no solo por su actualidad. Mucho más importante aún, Marx demostró tempranamente que, en último término, a la hora de la senilidad del régimen de producción capitalista (como lo expresa agudamente el fenómeno que acabamos de describir), éste marcharía a la putrefacción y el colapso. La supuesta ´perennidad´ de las leyes del capital, presentes muy claramente, en particular, en las formulaciones de Adam Smith; Marx destacó eran/son totalmente infundadas. Marx puso así sobre sus pies al mundo moderno.
Cuando periodistas de calificados medios capitalistas refieren al “regreso con gloria” de las “crónicas marxianas”, con todo derecho festejamos. ¿Acaso la ironía sobre las de Ray Bradbury –aunque el autor no se lo proponga– no caen como anillo al dedo a los ´marcianos´ que defienden con uñas y dientes al régimen del capital, ya sean ´monetaristas´ o ´keynesianos´; Chicago boys o Kicillof-camporistas?

2.- Como ya se dijo, cuando la sociedad capitalista apenas alcanzaba su madurez, Marx ya vislumbraba su cercana vejez. Cuando Marx desarrolló sus ideas lejos estábamos aún de la época imperialista. Sin embargo, de la lectura de los datos de la propia realidad de su época (en los propios medios del capital; Marx cita profusamente sus fuentes) es que Marx y Engels llegan a sus conclusiones. El pronóstico certero de Marx no salió de ´perinola´, del mismo modo que el reconocimiento del periodista de La Nación tampoco es tal cosa (hoy abundan los pronósticos ´catastróficos´ en los medios capitalistas más serios). La crisis terminal de un régimen social se verifica siempre cuando los propios defensores de éste lo reconocen (a su manera, claro está). Hoy en 2014, a 100 años del inicio de la Primer Guerra Mundial (síntoma si los hubo de que la sociedad capitalista había ingresado a una agónica etapa senil); a 75 del inicio de la Segunda Guerra Mundial (la mayor ´carnicería´ de la historia en la era de la mayor ´civilización´ humana) y a 25 de la caída del Muro de Berlín que, oh paradoja, el capital festejó como el ´derrumbe´ final de las ideas de Marx; hoy se hace más claro que nunca que sólo ´volviendo a Marx´ es que puede comprenderse también ese derrumbe (¡el del totalitarismo stalinista –negación absoluta de las ideas de Marx–, que ´coexistió pacíficamente´ con el capitalista que le dio vida!), sino el presente pandemónium de la mayor crisis capitalista de la historia que padecemos.
Pocos días atrás el presidente del Banco Mundial demostró a su modo la vigencia del ´viejo´ Marx: “para acabar con la pobreza extrema (adviértase que refiere sólo a la “extrema”) se necesitaría que un millón de personas la abandonaran cada semana durante dieciséis años”; es decir, olvídense de que se pueda lograr … bajo el capitalismo (Jim Yong Kim, en La Nación, 11/4).   

3.- La vigencia de Marx, y contradictoriamente sus ´interpretaciones´ a veces tan encontradas, sólo pueden explicarse a partir del propio método de Marx. Es que el marxismo no es una ciencia ´pura´, no es una ´ciencia social´ como suele decirse; o más sencillamente una ´sociología´ de nuestra época histórica. Marx interpela al mundo que explica para ´sublevarlo´; es decir, pone de relieve que la crisis propia de la sociedad capitalista está originada en factores históricos que trascienden la superficie de la explotación del trabajo asalariado. El sentido de la famosa frase “la emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores” significa que, como ninguna otra sociedad del pasado (que da todo lo que puede dar de sí y luego da paso a otra; todo lo cual se asienta en la contradicción fundamental entre fuerzas productivas y relaciones de producción), la del capital requiere de un ´sepulturero conciente´, de la revolución social como una acción colectiva, planificada. El materialismo (dialéctico) de Marx apunta a resolver esta cuestión crucial. El marxismo no es un cuerpo de ideas inerte, jamás podría ser eso. Vive sobre todo en aquellos que encarnan más consecuentemente la lucha por la independencia política de los trabajadores.

4.- Que las ideas de Marx hayan dado lugar seguramente a más controversias que las de cualquier otra teoría social contemporánea prueba, entre otras cosas, que éstas gozan no sólo de vitalidad, sino –permítasenos decirlo de este modo que seguramente recibirá alguna crítica feminista– de una virilidad sin par. Todo lo cual no puede negar esto otro: el capital (¡y el stalinismo!) combatió, en diferentes momentos históricos (relativamente recientes) a los pensadores y a los militantes de los partidos marxistas con una ferocidad comparable sólo a de la Inquisición (muy particularmente a los trotskistas). Por esto, lo anterior viene con ´dosis´ recurrentes de cierta conducta ´benigna´: esto es, cierta ´apertura´ a aquello ´positivo´ de Marx (como si éste pudiera ser diseccionado); se engendran ´híbridos´ del tipo de una conjunción Keynes-Marx (ahí reviste el ´soviético´ Kicillof que ahora conduce la economía nacional), etc. A la inversa, como no podría ser de otro modo, sobre los seguidores de Marx han pesado y pesan las presiones de la sociedad capitalista circundante: no sólo sesudos teóricos como Kautsky (por citar sólo a uno muy destacado, que se utiliza en la bibliografía de esta cátedra) hasta destacados dirigentes de organizaciones obreras y socialistas; ya sea en una función u otra: muchos de ellos o se colocaron y pusieron a sus organizaciones en el terreno de la defensa del orden burgués; o lisa y llanamente terminaron predicando lo contrario (la historia de los últimos 120 años del capitalismo abunda en este tipo de gente). El capital siempre ha contribuido a forjar este tipo de filisteismo.

5.- De todo lo anterior se pueden desprender muchas conclusiones. A la luz del texto del periodista de La Nación, nos interesa destacar dos:
a) bien vale el reconocimiento del economista Matías Vernengo, citado en el artículo, acerca de que “es injusto asociar las ideas de Marx al fracaso en la Unión Soviética”, pero es enteramente falso este otro planteamiento del mismo autor: “muchas de sus propuestas (las de Marx) en el Manifiesto Comunista hoy son políticas bien establecidas en las sociedades más civilizadas”. Se trata de un groso error conceptual: que en dichas “sociedades” (los países más desarrollados, especialmente los imperialistas) se hayan consagrado ciertos derechos sociales no significa de ninguna manera que en esos países se aplican los principios de Marx. A la inversa, son esos países los que gozan de los ´privilegios´ de la mayor explotación capitalista, a escala de sus propios países, y sobre todo, de la explotación imperialista que les permite tirar ciertas migajas del plusvalor extraído en los hoy llamados tercero y cuarto mundo a sus connacionales explotados. Más aún, si bien podría decirse que hay, en algunos de ellos, cierta ´equidad social´ (lo cual siempre bajo el capitalismo esto es una entelequia porque los índices de PBI, consumo per cápita y otros similares son … promedios); las propias estadísticas de estos países revelan que en ellos existen diferencias clasistas abismales (los EE.UU. son el país con más magnates y más desigual del planeta). En este mismo sentido, corresponde hacer otra precisión, para terminar con cualquier malentendido: es imposible amalgamar al famoso Lord Keynes con Marx. No hay entre ambos un solo punto de contacto: Keynes era un representante del capital y se destacó por buscar una vía de salvataje del orden burgués en una de sus peores encrucijadas históricas (toda su teoría y su práctica gubernamental en Inglaterra, apuntó en ese sentido). Marx fue, sobre todo, un organizador de la lucha de clases de los trabajadores para acabar con la sociedad del capital.
b) ligado a esto último nunca hay que olvidar aquello que, parafraseando el título de la obra más difundida de Rosa de Luxemburgo (otra calificada autora de nuestra bibliografía), podría formularse así: las “reformas” no cambiarán el mundo, sólo la “revolución” podrá hacerlo. No hay posibilidad de hacer de las ´reivindicaciones sociales´ una ´política de Estado´. Primero hay que cambiar el carácter de clase del Estado, es decir, hay que hacer la revolución social, expulsar y aplastar a la burguesía y las clases explotadas deben apropiarse del Estado. Todos los procesos históricos relativamente importantes, encabezados por las llamadas ´burguesías nacionales´ relativamente antiimperialistas, en América Latina en particular, concluyeron en un completo fracaso (desde la extraordinaria revolución mexicana de 1910-20; pasando por el aprismo en Perú, el varguismo en Brasil, el peronismo en Argentina (1943/55) y más recientemente el chavismo en Venezuela, todos ellos terminan facilitando una reconstrucción/renovación del tejido de la explotación capitalista-imperialista más rancia.
Como dijera también la última marxista citada (¡un siglo atrás y cuánta verdad encerró la predicción!) la sociedad humana enfrenta hace tiempo esta disyuntiva: “socialismo o barbarie”.
Norberto Flexer

Comentario de Luis Messina
Marx y Engels produjeron una auténtica revolución copernicana en las humanidades y las ciencias sociales: luego de ellos, y aunque sea difícil separar su obra, podemos decir que después de Marx, ni las humanidades ni las ciencias sociales volverían a ser las de antes. La amplitud enciclopédica de sus conocimientos, la profundidad de su mirada, su empecinada búsqueda de las evidencias que confirmaran sus teorías hicieron que Marx, tantas veces dadas por muertas sus teorías y su legado filosófico, sea más actual que nunca.   El mundo de hoy se parece de manera sorprendente a lo que él y Engels pronosticaron. Este sórdido mundo de oligopolios rapaces y predatorios, de guerras de conquista, degradación de la naturaleza y saqueo de los bienes comunes, de desintegración social, de sociedades polarizadas y de naciones separadas por abismos de riqueza, poder y tecnología, de plutocracias travestidas para aparentar ser democracias, de uniformización cultural, es el mundo que anticipara en todos sus escritos. Por eso son muchos quienes ya, en los capitalismos desarrollados, se preguntan si el siglo veintiuno no será el siglo de Marx.
 En el año 2000 un grupo de estudiantes de economía en la Universidad de París inició una protesta por el contenido del programa docente que estaba vigente en la carrera. El alumnado se quejó de la imposición de un enfoque unidimensional basado en un sólo conjunto de teorías y la exclusión de cualquier visión alternativa.
El movimiento recibió más atención después de la crisis en 2008. Sin embargo, a pesar del descrédito en el que cayó la teoría dominante, los planes de estudio en las escuelas de economía siguen siendo esencialmente los mismos que existían antes de 2007. Esos planes están organizados alrededor de un paradigma de investigación en el que, domina la ideología sobre la ciencia. Por eso no es exagerado afirmar que los estudiantes son lobotomizados para que asimilen una forma de ver el mundo en lugar de proporcionales herramientas para acercarse al conocimiento y la práctica científica. Los alumnos rebeldes tienen razón: esa forma de pensar empobrece al despreciar cualquier visión alternativa y rechazar todo cuestionamiento.
Hoy la revuelta de los estudiantes de economía se propaga. Los alumnos en la Universidad de Manchester, Inglaterra, han constituido una sociedad de economía post-derrumbe y a través de ella presionan para transformar el programa docente y enriquecerlo con visiones e interpretaciones alternativas. Han recibido miles de adhesiones y el ejemplo ha cundido: los estudiantes de Sheffield y Cambridge buscan activamente influir en el diseño del programa docente para introducir cambios. Hasta los estudiantes en algunas universidades en Estados Unidos han demostrado su descontento (véase la protesta contra el curso de Mankiw en la Universidad Harvard), aunque siguen siendo una minoría y su impacto es imperceptible.
No sólo se trata de abrir el espacio docente a visiones alternativas. Eso es, desde luego indispensable. También habría que exigir se cubra de manera detallada el fracaso de la teoría económica dominante. Ese es el preludio a la crítica de la teoría económica.
Luis Messina

Comentario de Jimena Segura
El artículo de La Nación “Crónicas marxianas: el regreso con gloria de los clásicos” publicada el 13/4/14, hace eje en la mayor intensidad con la que se discuten las ideas de Marx en el ámbito académico y periodístico a partir de que las cosas “andan mal en la economía”. Según aparece en la nota, “en los años dorados de crecimiento económico en occidente –el período de la Guerra Fría- las ideas de Marx parecían equivocadas en tanto el desempleo era muy bajo”.   Las  distintas voces que aparecen en el artículo refuerzan la idea de una “moda” que haría renacer la teoría marxista frente a un contexto de mayor desempleo y desigualdad.
El marxismo surgió frente a una necesidad material que le dio existencia. Sólo puede ser “una forma de entender la realidad” en tanto su mayor comprensión implique una transformación de la misma para satisfacer la necesidad que se impone. El desarrollo de todo concepto, idea, forma de entender, no surge de la nada misma, surge de esa determinación. Es también por ello cómo el surgimiento de la Economía Política como ciencia, y de sus principales conceptos a través de los pensadores clásicos, pretendió responderse a cuestiones clave que se imponían y debían ser resueltas a partir del surgimiento y maduración del modo capitalista de producción. Cuestión que el marxismo se encargó de seguir desarrollando, justamente dándole un marco histórico a tal necesidad.
La capacidad del hombre de desarrollar una conciencia sobre su entorno, si bien se diferencia en términos cualitativos de la del animal, es en vistas a la posibilidad de que la humanidad a través de esa conciencia se apropie en mayor medida de su medio, y, para ello, esa conciencia debe traducirse en el avance de sus fuerzas productivas.
El propio Marx aseveró que “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Con esto aparecía la limitación de la propia interpretación en tanto persista la enajenación del trabajo humano, lo que traba el desarrollo de estas fuerzas productivas llegado a cierto estadio en su desenvolvimiento histórico. De aquí que el marxismo es una guía de acción para la clase trabajadora, y es por eso que no es ni una declamación, ni tampoco un conocimiento abstraído de su propia implementación.
La acción transformadora de la clase obrera en vistas a la liberación de la enajenación que le impone el capital, debe lograr vislumbrar esta diferencia, y así comprender por qué un Ministro de Economía puede bien conocer al marxismo, pero sin embargo poner un tope al salario de los trabajadores, a las jubilaciones, y en definitiva poner el presupuesto público a merced de la acumulación de capital.
Por tanto el marxismo en esta comprensión-acción transformadora no quedó demodé en la época de la Guerra Fría, como insinúa el artículo, porque su necesidad de ser continuó existiendo, tal es así que fueron años en que se intensificó la persecución al marxismo, desde lo académico hasta lo político, proliferaron en estos años las dictaduras, los ataques a las conquistas de los trabajadores, los procesos de privatizaciones a lo largo del globo, y se anexaron la URSS y China al esquema del mercado mundial para rescatar la debacle del capital en occidente. Lo demodé tuvo una acción práctica desde los estados, desde el capital.
Por ello si el marxismo está de “moda” ahora, es porque simplemente se frustraron los intentos de opacarlo. Los análisis teóricos alternativos no resolvieron nada, lo que lograron fue justificar tal persecución, que se manifestó en que la economía marxista sea marginal en todas las carreras de economía a lo largo del globo.
El marxismo está vigente en tanto exista la necesidad de la clase trabajadora de liberarse de la enajenación del capital, por eso hace años que no dejó de estarlo. Es la lucha de clases la que devela esta cuestión, y es esta misma lucha de clases la que por momentos la distorsiona. Pero el motor del progreso es la verdad, y la verdad es la afirmación de la necesidad de una mayor libertad humana, de la eliminación de la explotación del hombre por el hombre. El marxismo es esta verdad.

Jimena Segura


[1] En ese momento la crisis capitalista comenzaba a sacudir a los países del sudeste de Asia y durante el año siguiente se desplazó a Rusia y Brasil y sus coletazos llegaron hasta la Argentina del 2001.  La fase actual, por el contrario, tiene su epicentro en el mundo desarrollado, los Estados Unidos y la Unión Europea

jueves, 3 de abril de 2014



NUEVO TEXTO DE BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA
Por qué y para qué se incluye el Capítulo 40 de
“Una historia del pensamiento económico”, de Rubin

El último capítulo del libro de Rubin –el número 40- se titula “Conclusión:  una breve reseña del curso”. La traducción fue realizada por Julio Fabris, docente de la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras para un curso de economía para historiadores.  El título del capítulo en inglés es “Conclusion:  A Brief Review of the Course”, donde la palabra “review” puede traducirse como reseña, pero también podría ser repaso, revisión o, incluso, resumen, palabra esta última más equivalente a reseña que las dos anteriores.[1].  Elegir cuál de estas acepciones es la que mejor se adecua al contenido del capítulo no resulta fácil, porque como todo texto este capítulo invita a varias lecturas y según éstas podría variar el título a adoptar.  Sin embargo, teniendo en cuenta el origen de la obra, que, como se informa en el prefacio del editor, es la puesta por escrito de un curso sobre el tema, creemos que repaso o revisión dan una idea más fiel del contenido del capítulo en el plan del autor, quien, además, a lo largo de la obra realiza operaciones de revisión y recapitulación de lo explicado propias del género “clase magistral”, en suma, un resumen de lo expuesto.
¿Es que entonces vamos a agregar un texto resumen? ¿Es sustitutivo o complementario de los capítulos traducidos? Trataremos de responder ambas preguntas de manera sintética.
La primer pregunta podría tener una respuesta afirmativa porque cuando se lee el capítulo 40 en el orden que le corresponde, es decir, luego de haber estudiado los treinta y nueve que lo preceden, el texto parece tan claro y sencillo que puede dar lugar a la idea de que su inclusión en una bibliografía serviría de alguna manera para reemplazar la lectura del libro, a modo de resumen. En suma, y acá comenzamos a contestar la segunda pregunta, podría parecer un sustituto de la lectura de los capítulos traducidos.
Pero si quienes ya conocemos la obra pudiéramos hacer la experiencia de leer el capítulo 40 aislado de los demás y como si no supiéramos nada sobre el tema, concluiríamos que se trata de un texto tan denso y comprimido que para alguien ajeno a la materia –como es el caso de los alumnos- resultaría desde incomprensible hasta casi dogmático, por la cantidad de afirmaciones categóricas que incluye pero no explica.  Y esta segunda respuesta obliga a descartar la idea de resumen sustitutivo y pensar en una lectura complementaria.
¿Por qué y para qué entonces agregarlo a una bibliografía que muchos consideran que ya es demasiado abundante y compleja?  Trataremos de explicar nuestras razones.  Para ello, en primer lugar se presenta el siguiente cuadro, que reproduce la lista de capítulos que componen la obra, indicando la correspondencia con los párrafos del capítulo 40 (que hemos numerado) e informando si están o no traducidos.
Número capítulo
Título capítulo
Traducido
Referencia cap.40
No.párrafo cap.40
1.         
La era del capital mercantil
No
Si
0.1
2.         
El capital mercantil y la política mercantilista en Inglaterra en los siglos XVI y XVII
No
No

3.         
Los rasgos generales de la literatura mercantilista
Si
Si
1.1
4.         
Los mercantilistas ingleses tempranos
Si
Si
1.2
5.         
La doctrina mercantilista en su apogeo:  Thomas Mun
Si
Si
1.3
6.         
La reacción contra el mercantilismo:  Dudley North
Si
Si
1.4
7.         
La evolución de la teoría del valor:  William Petty
Si
Si
1.5 a 1.10
8.         
La evolución de la teoría del dinero:  David Hume
No
Si
1.11
9.         
La situación económica en Francia a mediados del siglo XVIII
No
Si
2.2 y 2.3
10.       
La historia de la escuela fisiocrática
No
Si
2.1
11.       
La filosofía social de los fisiócratas
No
No
No
12.       
Agricultura en pequeña y gran escala
No
Si
2.3
13.       
Clases sociales
Si
No
No
14.       
El producto neto
Si
Si
2.5, 2.6 y 2.7
15.       
El Tableau Economique de Quesnay
Si
Si
2.8
16.       
Política económica
Si
Si
2.4
17.       
El legado teórico de los fisiócratas
Si
Si
2.9 y 2.10
18.       
El capitalismo industrial en Inglaterra a mediados del siglo XVIII
No
Si
3.1, 3.2 y 3.3
19.       
Adam Smith, el hombre
No
No
No
20.       
La filosofía social de Smith
No
No
No
21.       
La división del trabajo
No
Si
3.4 y 3.5
22.       
La teoría del valor
Si
Si
3.6
23.       
La teoría de la distribución
Si
Si
3.8 y 3.9
24.       
La teoría del capital y del trabajo productivo
No
Si
3.6 y 3.7
25.       
La revolución industrial en Inglaterra
No
Si
4.1
26.       
Biografía de Ricardo
No
No
No
27.       
La filosofía social y las bases metodológicas de la teoría de Ricardo
No
No
No
28.       
La teoría del valor
1.        Valor trabajo
2.        Capital y plusvalor
3.        Precios de producción
Si
si

4.2 y 4.3
4.4
4.5 y 4.6
29.       
La renta de la tierra
No
Si
4.7 y 4.8
30.       
Salario y ganancia
No
no
no
31.       
Malthus y la ley de población
No
Un único párrafo dedicado a los nueve capítulos de la parte 5
32.       
El comienzo de la economía vulgar:  Say
No
33.       
Los debates en torno a la teoría ricardiana del valor
No
34.       
El fondo de salarios
No
35.       
La teoría de la Abstinencia:  Senior
No
36.       
La armonía de intereses:  Cary y Bastiat
No
37.       
Sismondi como crítico del capitalismo
No
38.       
Los socialistas utópicos
No
39.       
El ocaso de la escuela clásica:  John Stuart Mill
No


De este cuadro surgen las siguientes observaciones:.
1)      Si se exceptúa la Parte V (capítulos 31 a 39 de la obra), que en el capítulo 40 se resuelve en un único párrafo de menos de 30 líneas, el capítulo 40 hace referencia a 22 de los 30 capítulos restantes de la obra.
2)      En algunos casos, las referencias son muy breves (como al capítulo 1 en el párrafo 0.1 sobre la era del capital mercantil o al contenido del capítulo 25 sobre la revolución industrial en Inglaterra en el párrafo 4.1) y en otros se dedican varios párrafos a un mismo capítulo de la obra (como es el caso del capítulo 28, sobre el cual hay siete párrafos).
3)      Hay cinco capítulos que no están traducidos y sobre los cuales tampoco hay referencias en la traducción.  Trata de los referidos a las biografías, el contexto histórico y las ideas filosóficas de la época de los autores analizados.
4)      Y, finalmente, hay varios capítulos que no están traducidos y a los que se les dedican algunos párrafos en el capítulo 40 nos pueden dar una idea de su contenido.  De estos, nos interesan particularmente tres:  el 8 (Evolución de la teoría del dinero), el 12 (Agricultura en pequeña y gran escala), el 21 (La división del trabajo) y el 29 (La renta de la tierra):
El contenido de los párrafos que el capítulo 40 dedica a esos capítulos no traducidos puede oficiar de guía de lectura para los textos originales de los autores, que se encuentran en la recopilación “La economía política clásica” y para referencias a esos temas existentes en los capítulos traducidos (por ejemplo, sobre el vínculo entre teoría de la división del trabajo y teoría del valor de Adam Smith).
En suma:  en el capítulo 40 se encontrarán  de manera sintética contenidos de los capítulos traducidos y no traducidos de la obra.
En el caso de los no traducidos, proponemos “rastrear” las ideas subrayadas por Rubin en su “resumen” a la hora de leer a los autores originales, es decir, utilizarlas como guía de lectura.
En el caso de los capítulos que sí están traducidos, nuestra sugerencia es diferente:
La primer sugerencia tiene que ver con la elaboración de resúmenes[2] de estudio y conclusiones de trabajos escritos.
Por un lado, proponemos observar el vínculo entre los párrafos del capítulo 40 y el texto completo del capítulo respectivo (por ejemplo, párrafo 1.1 del 40 y capitulo 3).  Veremos así que un resumen no es un mero recorte y amalgama (o “cortar y pegar”) de partes de un texto, sino que es un texto diferente, que integra las ideas desarrolladas en el texto principal de una manera que presupone su comprensión previa.  El resumen no reemplaza el texto principal, aunque se desprende del mismo, debe serle fiel y puede servir como “ayuda-memoria” de éste para quien lo haya leído. Al examinar el vínculo entre resumen y texto principal, sugerimos indagar de qué manera el autor aplica las “macrorreglas” para la elaboración de resúmenes, a saber: omitir, seleccionar, generalizar, construir o integrar, que se explican en las páginas del Manual de lectura y escritura coordinado por Sylvia Nogueira que entregamos con el texto del capítulo 40.
Por otro lado, si interpretamos el conjunto del artículo 40 como una conclusión, podemos observar que una conclusión tiene que basarse (o desprenderse) del texto que la precede.
La segunda sugerencia, se vincula a demostrar que no siempre lo breve es más fácil de estudiar que lo extenso.  Porque entender de manera aislada un texto tan escueto como el del capítulo 40, requiere una cantidad de saberes que se despliegan en los capítulos precedentes o que se han adquirido en otras fuentes. Concretamente, para quien haya leído el libro, el significado de cada uno de los párrafos será muy diferente que para alguien que no lo haya leído o no conozca el tema por otros motivos.  Por supuesto, siempre “algo” se entenderá, pero el alcance de ese “algo” será para el lector no iniciado en la materia tan reducido que lo obligará a apegarse a la letra del texto del resumen, a riesgo de que si intenta reformularlo en sus propias palabras termine diciendo algo ajeno al contenido que se pretende modificar.  En cambio, para el lector que ha estudiado todo el texto, este último capítulo servirá para evocar lo entendido,  y, si lo desea, reformularlo, explicarlo, etc.
En suma: el repaso/revisión/resumen/reseña que Rubin hace de su propio curso en el capítulo 40 también puede tomarse como la lectura del propio autor sobre qué es lo más importante en su obra.  Lo agregamos como bibliografía complementaria:
1)      Para tener en pocas páginas una visión de conjunto de la obra.
2)      Para que el lector se oriente en la lectura de la bibliografía, buscando el desarrollo de los temas que Rubin aborda en el capítulo 40.
3)      Para observar en un extenso “caso práctico” cómo se elabora un resumen.
NOTA:  Los archivos del capítulo 40 y del texto del Manual de lectura y escritura se encuentran en “Bibliografía complementaria”.


[1] Las dos acepciones del diccionario de la Real Academia Española aplicables en este contexto a “reseña” son: 1. f. Narración sucinta; 2. f. Noticia y examen de una obra literaria o científica. Mientras que las correspondientes a resumen son: 1. m. Acción y efecto de resumir o resumirse.2. m. Exposición resumida en un asunto o materia.
[2] Sobre la elaboración de resúmenes, incluimos junto al texto del capítulo 40 copia de las páginas 171 a 174 del “Manual de lectura y escritura universitarias” coordinado por Sylvia Nogueira, Editorial Biblos, tercera edición.